ALGO DE HISTORIA

Conocido domo el "Guerrero Blanco" o el "Perro de los Caballeros", el Bull Terrier surgió del cruce entre bulldogs Ingleses y Terriers en un intento de aunar las mejores virtudes de cada uno de estos dos perros y dar origen a un gladiador infatigable que rindiese al cien por cien en los deportes caninos de la época, luchando con toros y más tarde con otros perros. Pero, en contra de lo que pudiera parecer, es su caracter afectuoso el que precisamente constituye una de las razones principales de su fama, ya que el bull terrier es uno de los perros más sociables y divertidos del mundo.

La referencia más antigua acerca de esta raza data de 1845, y se hace en el libro «The Dog», de Youatt; en él se comentaba que procedía del cruce de Bulldog y Terrier, pero que no poseían los labios colgantes debido a los cruces selectivos.
En 1850 James Hinks comenzó su cría centrándose en la idea de conseguir ejemplares blancos. Para ello cruzó individuos de Bull and Terrier (nombre de la raza en aquella época) con el White English Terrier (hoy extinguido) y el Dálmata. Él fue quien proporcionó el nombre de Bull Terrier a todos los ejemplares blancos que nacieron.
Hacia 1862-1864 se distinguían varios colores, desde el blanco puro hasta los íntegramente atigrados, a estos últimos se les consideraba una variedad diferente. También por estas fechas había distinción entre dos tamaños: los de más de cinco kilogramos y los de menos de esta cantidad. Aunque los blancos eran los favoritos, empezaron a aparecer muchos animales sordos, de modo que se prohibió criar con todos los perros que presentaran esta minusvalía.
En 1895 el Kennel Club británico abolió el corte de orejas; en cambio, a través de cruces precisos se consiguieron ejemplares con las orejas elegantes y erguidas. No es hasta 1914 cuando aparecen los primeros canes con la cabeza completamente convexa; los afijos más importantes en su selección fueron Romany, con ejemplares atigrados y canela, y Superlative, con perros blancos.